LIVE + DREAM + LAUGH + WRITE… REPEAT
Casi llegó a la mitad del promedio de vida de los hombres en México y me gusta pensar en esa filosofía de vida para caminar el resto de mis días. Pero mientras reflexiono, pues… ¡feliz cumpleaños a mi!
Llegué a los 35 y llegué por mera gracia, la neta.
Siempre digo lo mismo, literalmente, “nunca pensé llegar hasta acá” pero mírenme, vivito y coleando. Al igual que el año pasado, cuando escribí “El derecho a la infelicidad”, sigo pensando en que todos tenemos derecho a no ser felices y optimistas todo el tiempo. No es que me estacionara en la depresión —realmente lo pensé, pero no estoy deprimido… o eso creo— pero, digamos, sigo recuperándome del 2022 y aprendiendo a soñar con Dios.
Sin embargo, he de reconocer que, a diferencia de otros años en los que realmente he detestado el día de mi cumple, éste lo estoy tomando con aún más filosofía y gusto. Sí, tengo ganas de llorar poquito, la verdad; encuentro nostalgia de lo que no fue y no será al repasar en mis sueños de vida, pero como decía antes, también estoy descubriendo nuevas rutas y modos de llegar a esos caminos.
Puedo decir, y realmente lo estoy creyendo y diciendo —y literalmente lloro cuando escribo esto— que Dios ha sido tan bueno hasta hoy.
LIVE
Creo que constantemente estamos ensimismados y preocupados por las nimiedades. Peor aún, si padeces ansiedad, estas constantemente construyendo un millón de escenarios sobre cualquier situación, desde los más increíbles y maravillosos hasta los más estúpidos y oscuros.
Mira también: Hacia un nuevo jardín
Este año aprendí a conocer y reconocer la ansiedad que vive dentro de mi para vivir. Y es que, vamos, para ser honestos, ¡ni Dios tiene el control de nuestras vidas! (no amiguitos religiosos, no lo entiendan como lo están entendiendo, lean entre líneas, ¡besos!). Es importante reconocer que por muy superman que te sientas, no dejas de ser un patético y enquencle ser de carne y hueso tan débil como mariposa.
Creo y estoy seguro que hay que trabajar en nuestras emociones y en ciertas situaciones que nos inviten a conseguir beneficios físicos/materiales para nuestra vida. Creo en la provisión de Dios, pero también creo que tres pesitos de madre y ganas ayudan a salir adelante, ¡trabájale, papito!
Entendí que salir del hoyo en el que estaba dependía únicamente de mi y nada más de mi. Digo, GRACIAS AL CIELO por la increíble red de apoyo que me acompaña y me ayudó estar de pie, pero fui yo quien dio el paso para no caer. Creí y creo que VIVIR es mi responsabilidad y de mi, únicamente, depende de cómo quiero pasar el rato —y vaya, quiero llegar a los 40 y ver si mi barba se platinó o no—.
DREAM
En febrero de este año fui a la graduación de la generación que acababa de egresar de la carrera. Tuve el honor de dar un discurso de graduación y presidir la entrega de diplomas simbólicos. Cuando estaba preparando el speach, pensé en el Ab de 22 años que estuvo ahí, queriéndome comer el mundo porque ya me sentía todo un adulto listo para lo que viniera. ¡Iluso!
Pero claro, ahora me digo “iluso” porque estaba lleno de sueños e ideas locas. Soñar es un buen motor para construir, ¿en qué momento dejamos de hacerlo? ¿Por qué las circunstancias de este cochino mundo y nuestra estúpida necesidad de encajar en él nos hace apagarnos o minimizar lo que hemos construído en nuestra vida?
¡Hay que soñar! Y hay que soñar en grande. No importa que parezcan cosas tontas o irreales, ¡soñemos! Busquemos, de alguna manera, crear ese mundo de juguete que hicimos en nuestra cabeza; de a poco compremos cal y arena, de vez en vez pongamos algunos ladrillos y en algún día seamos partícipes orgullosos de eso que hicimos.
Yo me recuerdo constantemente unas palabras que no recuerdo si son de Enrique Bremer o Eliud Santinelli, pero hacen eco en mi corazón: “sueña sueños grandes porque Dios infinitamente más grande que ellos”. ¡Por supuesto que voy a soñar!
Decido soñar.
LAUGH
En mi adolescencia tuve muchos problemas de acné… ¡muchos! Evidentemente, ésto me causó algunos problemas porque me daba mucha pena dicho problema que se extendió hasta que estaba en la universidad. Pero justo en algún momento por ahí tuve una revelación tremenda que me hizo cambiar mi visión sobre mi físico y es que, en palabras del Buen Libro, fui creado a imagen y semejanza de Dios. Es decir, ¡me parezco a Dios! Por lo tanto, Dios tiene problemas de acné —me pregunto si tiene la piel cacariza—.
Después, aprendí a reírme de esos detalles e hice de las mías, ¡claaaaaaaaaro! Parece que tengo mucha seguridad, u bueno, ¡la tengo!, pero puedo decir que vencí mis inseguridades a través de la risa.
Con el tiempo, descubrí que más que un acto natural, la risa es un don. Es una herramienta única del cielo que, sin palabras, detona una suerte de “auyentador” psicológico —y espiritual— de esas mentiras y falsedades cuyo único objetivo es apagarte o apartarte del camino. Hoy me sigo riendo de esas palabras que me llegan a susurrar en el oído como “no puedes” y en el acto se diluyen.
Es un simple ejercicio: “mentira detectada + ‘ja ja ja’ = libertad”.
Claro, si esto no funciona realmente, ve al psicólogo, ¡caramba!
WRITE
Escribir. Entre la vida, la especialidad, el —los— trabajo/s, he tenido poco tiempo de escribir. Llevo meses tratando de retomar el proyecto de las Estúpidas historias de amor, iniciar una columna digital entre otras cosas… y heme aquí.
Sin embargo, escribir es un muy buen ejercicio que me ayuda a registrar los hechos. Registrar para recordar, pero también para reconocer el camino que he recorrido, mis aciertos y mis fallos. Escribir para atesorar el testimonio de lo que resultó bien y para evitar cometer los errores del pasado. Escribir es, sin duda, una válvula de escape con la que puedo construir esos otros mundos en los que se me permite soñar y construir a discreción; donde me puedo reír a carcajadas y que soporten; lugares donde puedo vivir incluso más libre y pleno de lo que vivo y estoy ahora.
Lee: La estúpida nota debajo de la cama
Escribir para sobrevivir. Para decirle a otras personas que no la están pasando bien que, de alguna manera, hay esperanza. Que hay supervivientes listos para ayudarles y caminar la milla extra. Escribir para sentir que no estoy solo y que otros conozcan que no están solos.
Escribir me da vida.
REPEAT
Y sin duda, hacer todo lo anterior una y otra vez sin caer en la monotonía —que no, no me sucede— es y será elemento clave para cada pinche e increíble día de esta nueva vuelta al sol.
Sí, es probable que llore, pero incluso ahora estoy seguro de que lo voy a lograr. Lo que sea que me ponga enfrente —como la tesis de la especialidad, que no la tengo que hacer ya pero ya me está jodiendo la vida—.
Me comprometo conmigo mismo a reír, reír incluso más fuerte si es necesario. Me comprometo a soñar, porque soñar me hace cuestionarme, y cuestionarme me lleva a buscar respuestas y esto me hace soñar más… incluso si esto me enfrenta a crisis de ansiedad que ahora puedo controlar mejor. Y si sueño, escribo. ¡Claro que voy a escribir!, a lo mejor no cambie el mundo con mis ideas —dicen los santurrones que son mi progres—, pero al menos a más de uno le va a dar claridad y esperanza de ver que no camina solo. Y entonces, a todo lo anterior, le sumo la vida. Me comprometo a vivir.
Me caigo tan bien, lo suficiente como para aguantarme otros 35 años más. Y me honro tanto como para escribir esto que, a sabiendas que a más de uno le incomodarán, me viene valiendo tremendas y erguidas tres hectáreas.
Pues bien… feliz cumpleaños a mi. Otro 10 de mayo vivo, ¡y soporten!
Un comentario en “Pelónfest 35… ¡y soporten!”